La mujer tiene una relación muy distinta con la comida respecto del hombre. Mientras ellos comen para vivir y disfrutan en su justa medida, las mujeres muchas veces generan relaciones de dependencia y seguridad con los alimentos.
Sucede de repente que las mujeres sufren de ansiedad causada por factores muy diversos como un mal ambiente en el entorno laboral, problemas con la pareja o con la familia, miedo, angustia o irritación. Esta ansiedad se puede canalizar en un impulso irrefrenable por consumir comida, lo que a la larga genera problemas graves a la salud, como obesidad, hipertensión y problemas vasculares.
Este trastorno causa verdaderos problemas y puede a la larga desencadenar una depresión en quien la sufre. A diferencia de la bulimia, -trastorno en el que se come mucho y de manera descontrolada para después eliminar lo consumido mediante vómitos o laxantes- después de un atracón descontrolado los pacientes experimentan una sensación de angustia y arrepentimiento que los puede llevar a padecer una depresión si esto se hace una costumbre recurrente.
Los pasos a seguir en caso de estar cayendo en este espiral de problemas son:
1. Admitir que se está “ansiosa” e identificar las causas de esto.
2. Analizar la situación y ver cuál es la envergadura del problema, cómo está afectando en la vida cotidiana
3. Llenar las necesidades emocionales; no con comida sino con otro tipo de elementos como los hobbies, el deporte, las amistades, la lectura. La idea es desviar la atención desde la comida hasta otro elemento más sano.
2. Analizar la situación y ver cuál es la envergadura del problema, cómo está afectando en la vida cotidiana
3. Llenar las necesidades emocionales; no con comida sino con otro tipo de elementos como los hobbies, el deporte, las amistades, la lectura. La idea es desviar la atención desde la comida hasta otro elemento más sano.
Si nada de esto sirve y la persona continúa comiendo de forma compulsiva sin poder lograr un autocontrol, se recomienda contactar a un psicólogo para buscar apoyo en este proceso. Si la enfermedad no se trata, pueden aparecer trastornos de ansiedad más graves. Además, el paciente aumenta de peso y, como consecuencia, pueden aparecer problemas cardiovasculares.
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